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Cristo de la Salud

Historia

         En 1964 la imagen de un imponente crucificado bajo la advocación del Santísimo Cristo de la Salud llega a Motril para ser entronizada en la iglesia de la Victoria. Noticias de esta índole siempre han tenido su eco en la prensa local pero, curiosamente, en esta ocasión nada se dice de ella. Ha llegado en silencio y en el más absoluto anonimato. Nadie puede prever que pronto se convertirá en una de las efigies que más muestras de veneración ha de recibir en la ciudad.

          ¿Qué circunstancias determinan su adquisición por parte de la Orden de Agustinos Recoletos?. Realmente podemos destacar dos aspectos. El primero de ellos entronca directamente con las trágicas consecuencias de la pasada guerra civil. Los tres años de conflagración han provocado que los templos queden prácticamente derruidos y con el patrimonio escultural desaparecido en su mayor parte. Se precisa con urgencia su reconstrucción, la adecuación del mobiliario litúrgico y, sobretodo, la incorporación de imágenes  que  faciliten el culto católico. En este último aspecto se va a contar con la inestimable ayuda de las autoridades eclesiásticas, instituciones religiosas, cofradías y hermandades y algunas familias motrileñas. Y va a ser aquí, en la adquisición y donación de imágenes, donde radica esa segunda circunstancia que posibilita el renacer espiritual de la ciudad.

          En este sentido la adquisición del Santísimo Cristo de la Salud se ha de entender dentro de ese proceso de readecuación del templo al culto católico. Y es aquí donde surge el noble gesto de una familia santaferina que pretende donar un crucificado a la iglesia. Hasta hace pocas fechas un cuadro conmemorativo recordaba el  hecho, aunque en cierto modo parecía encumbrar su origen con un marcado halo de leyenda espiritual. Por suerte, la historia que gira a su alrededor ha podido ser desvelada por el Padre Eugenio Gallástegui, superior por aquel entonces de la residencia de Agustinos Recoletos en  Motril.

          Fue allá por el año 1964 cuando el Padre Eugenio recibía la visita de un matrimonio que pasaba sus vacaciones en el vecino anejo de Torrenueva.  Son fervientes devotos del Santísimo Cristo de la Salud de la ciudad de Santafé, al que se han encomendado ante una difícil situación familiar. La gracia le ha sido finalmente concedida y en cumplimiento de su promesa han decidido donar un crucificado bajo esta concreta advocación. El religioso se presta a acogerle y les invita a examinar el lugar donde se erigirá su capilla. Por orden expresa de los donantes todos los gastos corren  a su cargo y la única condición que imponen es que su nombre permanezca siempre en el anonimato. Transcurridos unos días el superior agustino marcha de vacaciones a Bilbao. A su paso por Madrid  se le ofrece un crucificado propiedad de la Orden Agustiniana, pero personalmente insiste en adquirir una imagen nueva. Y  así es como acude a los Talleres Caderot, reputada casa especializada en imaginería religiosa que es donde se concreta el encargo del que hoy es nuestro sagrado titular.

 

La Imagen

         Formalmente el Cristo de la Salud es una imagen de 1,65 metros de altura y unos 30 kilos de peso, que ha sido realizada en pasta de papel siguiendo un modelo iconográfico en serie. Como bien expone el profesor López-Guadalupe "ello no obsta para expresar los valores suficientes que la convierten en imagen devocional, incluso de gran arraigo popular". El sentimiento cristiano fluye aquí con toda su intensidad para suplir la minusvalía que desde el punto de vista artístico puede tener una efigie en pasta frente a una talla en madera. Contemplando al Cristo de la Salud esas diferencias no se hacen evidentes puesto que resuma arte en toda su concepción.

         La efigie representa al Crucificado en el momento de su muerte. Jesús ya no es de este mundo pero, sin embargo, exhibe el semblante humano de quien va a reunirse en la casa del Padre. Es un rostro sereno, lleno de paz y ajeno, en su espíritu, al calvario a que ha estado sometido. Sus bellas y proporcionadas facciones idealizan al hombre que ha sido capaz de morir en la cruz para redimir a la humanidad. La inmediatez del último hálito de vida hace que la cabeza permanezca aun erguida, si bien con una leve inclinación. A su vez, un pequeño giro le permite quedar suavemente recostada y  remarcar aún más la sensación de placidez.  Por lo demás, el fino modelado consigue plasmar con exactitud la perfecta anatomía de la figura. Su examen se hace particularmente evidente en el torso y abdomen, captados ambos con la tensión muscular de un cuerpo vencido por su propio peso. Un ampuloso y agitado paño de pureza anudado a su lado derecho remarca la traza neobarroca que destila la obra. El ser humano en su tránsito a la divinidad, ese es el mensaje que ha pretendido trasmitir el artista en su obra. Y lo ha logrado conjugando la propia dualidad que converge en el Hijo de Dios. Como hombre ha sido azotado, escarnecido y maltratado hasta la extenuación. Las huellas del martirio se dejan ver en las heridas que recorren todo su cuerpo, aunque se muestran especialmente cruentas  en la disposición de la corona de espinas. El atributo ha sido materialmente clavado a la cabeza permitiendo que finos regueros de sangre resbalen por su piel. Como Hijo de Dios ha asumido su destino, morir en la cruz, y lo hace con el perdón en los labios, de ahí la sensación de paz y quietud  en su semblante.

         Es, sin duda, una imagen que conmueve y que llama a la devoción. Y, además, un fiel exponente de que la mayor o menor valía artística no esta reñida con el fervor y sentimiento cristiano que el pueblo pueda desplegar sobre la efigie.

 

La Cruz

         Es una cruz de madera maciza, de forma redondeada, cuando se adquirió su superficie era lisa pero para evitar que resbalase sobre las palmas de las manos de sus costaleros, se le saco la veta a fuego, con lo que en la actualidad su superficie es rugosa, con las formas que marcan las vetas de la madera.

         Su peso es de 60 kilos, mide 4 metros de largo, 1, 85 metros de ancho y 15 centímetros de diámetro.